París era una fiesta fue el titulo que le puso a uno de sus libros el escritor Ernest Hemingway. Y tenía muchísima razón. París es magia, luz y color. Es todo lo bonito que puede ser una ciudad, y más en Diciembre. Cuando las últimas hojas de los árboles todavía se balancean con el frío aire del último mes del año y la gente pasea por las calles mirando puestecitos típicos de Navidad la ilusión se contagia y, para decirlo de alguna manera, también se vive.
Diciembre en París es frío, muy frío, pero los bares, algunos tan bohemios y cálidos, nos invitan a saborear un café bien calentito mientras la oscuridad del cielo se mezcla con las luces de Navidad que invaden la ciudad.
El día se me quedaba corto para capturar toda la belleza de la ciudad del amor, así que tengo la excusa perfecta para volver, à bientôt Paris!